lunes, 10 de octubre de 2011

Evolución y Ego

El ego es el “yo”. Nuestro pensamiento. Estamos sumidos en él, nos impide trascender, llegar a lo que algunos llaman “conciencia”. Siempre estamos pensando, masticando, royendo situaciones ficticias, aunque hayan pasado de verdad siempre son ficticias, porque ya no están ocurriendo. El ego es para muchos el gran mal de nuestra especie, lo que lleva a la injusticia, a la insatisfacción, a no ser feliz.



¿De dónde viene el ego? ¿Cómo y Por Qué se genera? La mayoría de los psicólogos y pensadores lo describen como una alteración, como una enfermedad de la mente…. Pero yo no estoy tan seguro.


Siempre me han interesado las diferencias entre el humano y los otros animales (ver blogs antiguos) y hasta hace poco que acá había una diferencia: los animales no tienen ego. No tienen una opinión de sí mismos, no se avergüenzan de sus actos ni intentan ser exitosos o acumular bienes….. simplemente, son. Los animales no se deprimen ni se angustian, al menos en vida silvestre, en cambio si pueden hacerlo cuando están a nuestro lado como mascotas. Hasta hace poco eso era prueba para mí de que los animales no tienen ego. Pero ahora pienso distinto, creo que el ego del hombre proviene desde el más básico instinto de sobrevivencia y de dejar descendencia a través de los genes, es decir está intrínsecamente basado en nuestra historia evolutiva.


El caso es que estaba viendo la tele, creo que Nat Geo o Discovery … uno de esos programas de naturaleza con imágenes increíbles, mostraban una playa en el extremo sur del planeta cubierta por cientos de elefantes marinos en época reproductiva. Su baja elegancia en tierra se mezclaba con vocalizaciones que parecían gritos y bufidos. Los cuerpos parecían masas marrones blandas y la nariz de los machos más que trompas parecían hocicos de tapires. Los ojos de las hembras de elefantes marinos son muy expresivos, tienen un aspecto mezclado entre pena y sorpresa. Siempre me han incomodado un poco las vocaciones de los pinnípedos (lobos marinos y focas), después de pasar un año estudiando su comunicación, tienden a recordarme desgarradores gritos humanos.


Estaban mostrando cómo los machos se batían a duelo, levantando sus cuerpos y haciéndolos chocar en un ritual muy intenso…. Entonces lo vi…. Un primer plano a ras de piso mostraba un inmenso elefante de mar que se desplazaba como una cuncuna gigante hacia otro macho que a su vez huía. El macho alfa avanzaba y aplastaba a cachorros que gritaban desaforadamente, algunas hembras arrancaban y otras sencillamente miraban el espectáculo, mientras el macho intruso ya se sabía descubierto y se alejaba del lugar a toda máquina. El plano se cerró en el macho alfa avanzando, fuerte, con sus ojos muy abiertos, el rostro tenso mientras pasaba por arriba de lo que estuviera en su camino, mientras el resto de la población pagaba las consecuencias de su desplazamiento agresivo, era como si no viera nada más que el objetivo que tenía en frente….. De pronto me fijé en su rostro…. Me era familiar, aunque suene divertido se parecía a alguien…. Se parecía a un compañero de trabajo enojado, a un jefe dando instrucciones, a un hijo amurrado…. Pero a quién más se parecía ese rostro era a mí.

1 comentario:

Sara Rico Solera Pscilogia dijo...

Me ha encantado tu texto, gracias.